lunes, marzo 27, 2006

el paseo

Declaro que una hermosa mañana ya no se exactamente a que hora, como me vino en gana dar un paseo, me planté el sombrero en la cabeza, abandoné el cuarto de los escrito o de los espíritus, y bajé la escalera para salir a buen paso a la calle/……./Hasta donde puedo acordarme hoy, cuando escribo todo esto, me encontraba, al salir a la calle abierta, luminosa y alegre, en un estado de animo romántico-extravagante, que me satisfacía profundamente. El mundo matinal que se extendía ante mis ojos me parecía tan bello como si lo viera por primera vez. Todo lo que veía me daba la agradable impresión de cordialidad, bondad y juventud. Olvide que arriba en mi cuarto había estado hacia un momento incubando, sombrío, sobre una hoja de papel blanco. Toda la tristeza, todo el dolor y todos los graves pensamientos se habían esfumado, aunque aun sentía vivamente delante y detrás de mí el eco de una cierta seriedad. Esperaba con alegre emoción todo lo que pudiera encontrarme o salirme al paso durante el paseo. Mis paso eran medidos y tranquilos y, por lo que se, mostraba al caminar un semblante bastante digno. Me gusta ocultar mis sentimientos a los ojos de mis congéneres, sin que, no obstante me esfuerce aprensivamente en hacerlo, lo que consideraría un gran defecto y una gran tontería.


Así comienza el paseo, obra maestra de Robert Walser.
A los 21 años fue internado en un siquiarico, pero nunca dejo de pasear, paseaba diariamente, una mañana, salio a pasear y no regresó. Su cuerpo quedo tendido en la nieve. Y se transformo en una hermosa foto blanco y negro, donde su cuerpo, su bastón y su sombrero se dispersan detrás de unas huellas que la nieve que cae no alcanza a cubrir.

No hay comentarios.: